Agua

El agua potable que llega a nuestras casas puede ser una fuente de entrada de contaminantes químicos a nuestro cuerpo: tóxicos industriales, residuos de pesticidas, aditivos. Puede haber contaminantes no eliminados durante la depuración, sustancias químicas creadas como subproductos de la cloración o tóxicos aportados por las conducciones.

Cumplir los límites “legales” no implica necesariamente la ausencia de posibles problemas. Frecuentemente, las normas vigentes permiten que el agua de abastecimiento tenga una serie de contaminantes siempre que no se superen ciertos niveles de concentración. Existen, no obstante, dudas acerca de que esos niveles legales representen una absoluta ausencia de riesgos sanitarios.

Agua embotellada

Por otro lado, el agua embotellada también puede presentar problemas y contener trazas de algunos contaminantes hormonales a consecuencia de algunos de los plásticos en los que suelen ser envasadas, según han mostrado algunos estudios científicos realizados. La migración de esos contaminantes hacia el líquido contenido suele ser mayor cuanto mayor es la temperatura y el tiempo que estén almacenadas.

Algunas recomendaciones

Entre las medidas preventivas mínimas muy sencillas que pueden adoptarse para, al menos, no ingerir innecesariamente una serie de contaminantes que pueden acumularse en las cañerías, está la de dejar correr un tiempo el agua.

También se puede determinar de qué materiales están hechas las conducciones e intentar sustituirlas por materiales menos problemáticos (acero inoxidable, gres, arcilla…).

Una opción más existente y que debe ser debidamente analizada es la de instalar purificadores de agua.